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Cenotes resguardan secretos de los mayas

Artículo publicado por: La Nación, Costa Rica
Periodista: Andea Solano

Bajo la superficie de la península de Yucatán, en México, se oculta un invaluable tesoro geológico, biológico y cultural en unas laberínticas cavernas inundadas de agua dulce llamadas cenotes.

Guillermo de Anda es arqueólogo subacuático y acumula tres décadas de experiencia en exploración de estos enigmáticos depósitos de agua. Desde hace seis años, De Anda forma parte del equipo de exploradores de National Geographic .

En cada inmersión, este aventurero abre una puerta al pasado que se remonta incluso a millones de años atrás, en la era del Hielo. “Los cenotes son como un túnel del tiempo, pues hemos hallado vestigios de la época del Pleistoceno (que empezó hace 2,58 millones de años y terminó cerca del 10.000 a. C.) hasta restos arqueológicos correspondientes a todas las temporalidades de la civilización maya, que van del Preclásico (unos 1.000 a.C.) hasta el posclásico (del siglo XI al XVI d.C.)”, declaró De Anda, quien también labora en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

El experto visitó Costa Rica invitado por el Centro Cultural Costarricense Norteamericano para ofrecer una conferencia.

Lugares sagrados. Desde el punto de vista geológico, los cenotes son enormes cavidades producto del colapso de lechos de roca caliza. “Su principal característica es que son cuevas inundadas con complejos sistemas laberínticos. Todavía no se ha podido establecer la fecha exacta de su formación, pero podríamos estimar que algunos de estos cenotes tienen por lo menos cinco millones de años”, declaró De Anda.

Gran parte de la investigación de este experto y su equipo se ha centrado en el material arqueológico sobre la cultura maya.

Para esta emblemática civilización mesoamericana, los cenotes eran lugares sagrados donde se celebraban rituales destinados a obtener el favor de sus dioses. “La cosmogonía maya se fundamenta en dicotomías de los opuestos que se complementan: luz y oscuridad, vida y muerte. Para ellos, los cenotes eran un portal hacia el inframundo y deidades como Chaac, el dios de la lluvia, habitaban ahí”.

De acuerdo con De Anda, la información arqueológica hallada en esas cavidades se trajo abajo algunos paradigmas sobre las prácticas ceremoniales mayas.

“La idea generalizada era que los cenotes eran sitios sagrados donde se sacrificaban mujeres jóvenes, hermosas y vírgenes para complacer a los dioses”, dijo.

 

De Anda reveló que él mismo tuvo la oportunidad de examinar los restos óseos de 137 individuos hallados en el Cenote Sagrado, cerca del sitio arqueológico de Chichén Itzá, en excavaciones realizadas por otros arqueólogos durante la década de 1960.

La realidad era muy distinta. “Encontré que la gran mayoría de esos restos correspondían a niños de entre 3 y 11 años. En cuanto a la población adulta, el 63% corresponde a hombres, y el 37% a mujeres, las cuales tenían una edad promedio de 30 años, es decir, muy ‘viejas’ para una época en la que la esperanza de vida era de 40 años”, reveló.

Los huesos de los pequeños mostraban huellas de lesiones y traumas producidos alrededor de la hora de la muerte. Tras el análisis, el experto determinó que la mayoría de estos niños vivieron sus últimos años con un estado de salud deplorable.

“Estaban desnutridos, anémicos y tenían caries en un 90% de su dentadura”, detalló el arqueólogo.

Estos descubrimientos dieron un viraje a la idea de que las sacrificadas eran las doncellas. “Llegamos a la conclusión de que, como en toda Mesoamérica, los niños eran la ofrenda favorita para los dioses. Todavía no tenemos claro si los niños eran sacrificados por estar tan enfermos o si, una vez muertos, eran arrojados a los cenotes”.

El arqueólogo Guillermo de Anda y su equipo han encontrado vestigios de las prácticas rituales de la civilización maya en los cenotes. 

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El arqueólogo Guillermo de Anda y su equipo han encontrado vestigios de las prácticas rituales de la civilización maya en los cenotes. (PAUL NICKLEN/NATIONAL GEOGRAPHIC)

Culto subterráneo. Uno de los hallazgos más sorprendentes fue una gran estructura en el cenote Holtún. “Es una ofrenda de 20 metros de ancho construida sobre una plataforma natural de piedra caliza. Encontramos vasijas de cerámica, restos óseos, huesos de animales, cuentas de jade y otros elementos orientados en diferentes direcciones”.

Entre ese conjunto se localizaron tres espinas de rayas (animal marino), y según el investigador, se trata de una pista inequívoca del carácter ritual de los cenotes.

“Para los mayas, la sangre era un elemento vital y el mejor regalo que se les podía dar a los dioses. Uno de los rituales para rogar por lluvia era el autosangrado. El sacerdote se perforaba el pene con una espina de raya y esto provocaba un sangrado abundante. El pene y su contraparte femenina, que es la cueva en sí misma, como si fuera el útero de la Tierra, simbolizan la fertilidad”, dijo.

El equipo de expertos comprobó además que los cenotes también funcionaron como observatorios arqueológicos.

“La entrada al cenote Holtún fue modificada de modo que permite la entrada de luz, de cierta manera, dos veces al año: el 24 de mayo y el 19 de julio, es decir, cuando se produce el sol cenital”, destacó De Anda.

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